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sábado, 29 de septiembre de 2012

¿al vacío...? folleto Nº5. Septiembre 2012



Marao como espacio de vida y muerte

“Marao”, del autor Pedro Ron, como Comala y Macondo, son los espacios fundamentales, elementales y primitivos que sustentan, de alguna manera, toda la literatura y el imaginario latinoamericano. Lo más significativo que se establece entre estos pueblos es el hecho de que están aislados (al menos en algún momento de su historia) geográficamente. Ésta es una condición con la que también se puede establecer un paralelismo entre los pueblos de las novelas y la historia de Latinoamérica toda. Una tierra que permanece aislada del resto del mundo, hasta que se produce el “descubrimiento civilizatorio”.

Son pueblos aislados temporalmente; negados a trascender más allá de sus habitantes, con un origen y desaparición ligados fuertemente a sus protagonistas (y jefes). Así estos poblados desaparecen al mismo tiempo que sus habitantes, aunque trasciendan sus almas.

Otro asunto que se debe considerar, en Marao, es la concepción de pueblo latinoamericano; la simbología que se refiere al aspecto meteorológico y su influencia en la población; donde el agobiante calor y las altas temperaturas sumen a los habitantes en un letargo soporífero, que hace suponer, desde un punto de vista simbólico, estar a las puertas del infierno. Así, apreciamos el valor arquetípico que representan estos pueblos, corroídos por las pasiones, la codicia, las injusticias y las enemistades eternas.

Marao es “el ombligo del mundo”, el centro de todo, aislados de otras civilizaciones, con sus propias génesis y destrucciones. En El mito del eterno retorno, se formula el simbolismo arquetípico de la figura del “centro” como un lugar sagrado (montaña, templo o ciudad) que es considerado como el punto de encuentro entre el cielo, la tierra y el infierno, que se encuentran sobre el mismo eje. De aquí, que en Marao, los muertos y los vivos transiten por el mismo lugar e interactúen entre sí. Y es que en esta obra lo fantástico se interpola con la realidad cotidiana y hasta lo más extraño o insólito adquiere verosimilitud propia.  Esta característica va ser muy explotada en la narrativa latinoamericana para representar al continente. Algo que Alejo Carpentier ya había marcado en el prólogo de su obra “El reino de este mundo” (“La magia y la realidad conviven a cada paso en Latinoamérica…”).

En Marao reina el tiempo mítico sobre el cronológico. Algo que pasará a ser una constante de mucha de la narrativa de nuestro continente. Se quiebra el tiempo cronológico actual y el pasado se alterna con el presente y con el futuro. Avances y retrocesos van creando un aparente caos argumental. El autor nos sitúa la acción fuera del tiempo y, así destruye el signo más notable de la vida humana; todo se relativiza y no existe la frontera entre la vida, la muerte y las pasiones de estos seres aislados y huérfanos bajo el reino de un mundo bíblico y mesiánico. Es un tiempo donde no sucede nada, pero sí es un tiempo donde predomina la evocación de nuestra mágica y asombrosa tierra latinoamericana.

Marcelo Seguel Bon

-.-.-

Heroinas
por Fátima Cedeño


Desde este espejo veo tu rostro
¿A quién podrás buscar
entre “los pies Descalzos”?
¿Quién levantará tu nombre
entre las Voces del Tiempo?
Simplemente TÚ
Silueta vestida
con tu figura del Universo.
Y mirándote descubro que
en ésta Formación
está tu Gestación y la lactancia
Desde “El Gemido” tu voz
Abres los pétalo Eres figura
Génesis del Amor
Y en el silencio te levantas
En un Nombre:
Mujer

Desde esta Creación derramas
Tu esencia del “Ser”
Y entre tus manos tejes
La tierra en “la savia de la vida
En el dulzor de la vida”
y la Constelación
del Sueño con la Palabra
Libertad